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Cлово "ALIOCHA"


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1. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Tercera parte. Libro VII. Aliocha. Capitulo II. El momento decisivo
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2. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Primera parte. Libro primero. Historia de una familia. Capitulo IV. El tercer hijo: Aliocha
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3. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Tercera parte. Libro VII. Aliocha. Capítulo primero. El olor nauseabundo
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4. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Tercera parte. Libro VII. Aliocha. Capítulo III. La cebolla
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5. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Tercera parte. Libro VII. Aliocha. Cantulo IV. Las bodas de Caná
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6. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Segunda parte. Libro IV. Escenas. Capitulo II. Aliocha visita a su padre
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1. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Tercera parte. Libro VII. Aliocha. Capitulo II. El momento decisivo
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Часть текста: muchacho" volvería. Sin duda había sospechado, ya que no comprendido, el verdadero estado de ánimo de Aliocha. Sin embargo, cohfieso que me sería extraordinariamente difícil definir con exáctitud aquel extraño momento de la vida de mi joven y simpático héroe. A la pregunta que el padre Paisius dirigió, tristemente, a Aliocha -"Te has unido a los hombres de poca fe?"-, yo podría contestar sin temor a equivocarme: "No, no se ha unido a ellos. " Era precisamente todo lo contrario: el trastorno intimo que se había apoderado en él procedia de la pureza y el fervor de su fe. Sin embargo, el trastorno existía, y era tan cruel, que mucho tiempo después Aliocha consideraba aún aquella jornada como una de las más amargas y funestas de su vida. Si me preguntaran: "Es posible que experimentara tanta angustia y turbación únicamente porque el cuerpo de su starets , en vez de producir curaciones, se había descompuesto con tanta rapidez?", mi respuesta sería inmediata. "Sí, eso fue. " Ruego al lector que no se precipite a reirse de la simplicidad de nuestro joven. No solamente no considero que haya que pedir perdón por la ingenuidad de su fe, debida a su juventud, a los escasos progresos realizados en sus...
2. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Primera parte. Libro primero. Historia de una familia. Capitulo IV. El tercer hijo: Aliocha
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Часть текста: Братья Карамазовы). Primera parte. Libro primero. Historia de una familia. Capitulo IV. El tercer hijo: Aliocha CAPITULO IV EL TERCER HIJO: ALIOCHA Tenía veinte años (sus hermanos Iván y Dmitri tenían veinticuatro y veintiocho respectivamente). Debo advertir que Aliocha no era en modo alguno un fanático y ni siquiera, a mi entender, un místico. Yo creo que era sencillamente un filántropo precoz y que había adoptado la vida monástica porque era lo único que entonces le atraía, y porque representaba para él la ascensión radiante de su alma liberada de las tinieblas y de los odios de aquí abajo. Aquel camino le atraía únicamente porque había hallado en él a un ser excepcional a su juicio, el famoso starets Zósimo, al que se entregó con todo el fervor insaciable de su corazón de novicio. Desde la cuna se había mostrado como un ser distinto a los demás. Ya he dicho que habiendo perdido a su madre a los cuatro años, se acordó toda su vida de su rostro y de sus caricias como se recuerdan "los de un ser viviente". Estos recuerdos pueden persistir (todos lo sabemos), aunque procedan de una edad más temprana, pero son tan sólo como puntos luminosos en las tinieblas, como fragmentos de un inmenso cuadro desaparecido. Éste era el caso de Aliocha. Se acordaba de un bello atardecer estival en que por la abierta ventana penetraban los rayos oblicuos del sol poniente. En un rincón de la...
3. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Tercera parte. Libro VII. Aliocha. Capítulo primero. El olor nauseabundo
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Часть текста: prescrito, en forma de cruz. En la cabeza se le ajustó un capuchón en cuya cúspide había una cruz de ocho brazos, se cubrió su cara con un velo negro y se le puso en las manos una imagen del Salvador. Una vez vestido así el cadáver, se le colocó, aquella misma mañana, en un féretro que estaba construido desde hacia mucho tiempo. Se decidió dejarlo todo el día en la gran cámara que se utilizaba como salón. Como el difunto tenía la categoría ieroskhimonakh , había que leer no el salterio, sino el Evangelio. Después de la ceremonia fúnebre, el padre José empezó la lectura. El padre Paisius, que quería sustituirle en seguida para el resto de la jornada y para toda la noche, estaba en aquel momento tan atareado como el superior de la ermita. Entre los monjes y los laicos que acudieron en masa se advirtió una agitación inaudita, incluso inconveniente, una actitud de espera febril. El superior y el padre Paisius hacían todo lo posible para calmar los...
4. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Tercera parte. Libro VII. Aliocha. Capítulo III. La cebolla
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Часть текста: de la viuda del comerciante Morozov, en cuyo patio ocupaba un reducido pabellón de madera. El edificio Morozov era una construcción de piedra de dos pisos, vieja y fea. Su propietaria era una mujer de edad que vivía con dos sobrinas solteras y ya entradas en años. No tenía necesidad de alquilar ninguna habitación, pero había admitido a Gruchegnka como inquilina (cuatro años atrás) para complacer al comerciante Samsonov, pariente suyo y protector oficial de la muchacha. Se decía que el celoso viejo había instalado allí a su protegida para que la viuda de Morozov vigilara su conducta. Pero esta vigilancia fue muy pronto inútil, ya que la viuda no veía casi nunca a Gruchegnka; de aquí que dejase de importunarla con su espionaje. Cuatro años habían transcurrido ya desde que el viejo había sacado de la capital del distrito a aquella muchacha de dieciocho años, tímida, delicada, flacucha, pensativa y triste, y desde entonces había pasado mucha agua por debajo de los puentes. En nuestra ciudad no se sabía nada de ella con exactitud,y siguió sin saberse, a pesar de que muchos empezaron a interesarse por la espléndida belleza de la mujer en que se había convertido Agrafena Alejandrovna. Se contaba que a los diecisiete años había sido seducida por un oficial que la había abandonado en seguida para casarse, dejando a la desgraciada con su vergüenza y su miseria. También se decía que Gruchegnka procedía de una familia honorable y de profundo espíritu religioso. Era hija de un diácono que no ejercía, o algo parecido. En cuatro años, la desgraciada, timida y enfermiza se había convertido...
5. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Tercera parte. Libro VII. Aliocha. Cantulo IV. Las bodas de Caná
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Часть текста: padre Paisius había oído entrar a Aliocha, pero ni siquiera volvió la cabeza. Aliocha se arrodilló en un rincón y empezó a rezar. Su alma estaba llena de sensaciones confusas que se perseguían unas a otras con una especie de movimiento giratorio uniforme. Experimentaba un extraño sentimiento de bienestar, que no le causaba ningún asombro. Contempló una vez más el cadáver de su querido starets , pero ya no sentía el pesar doloroso y sin consuelo que le había oprimido por la mañana. Al entrar, había caído de rodillas ante el féretro como se habría arrodillado ante un altar. Sin embargo, su alma estaba rebosante de alegría. Por la ventana abierta entraba un aire fresco. Aliocha pensó: "Han abierto la ventana porque el hedor ha aumentado." Pero la idea de la corrupción ya no lo inquietaba ni lo irritaba. Oraba dulcemente. Pronto advirtió que lo hacía de un modo maquinal. En su cerebro surgían fragmentos de ideas semejantes a fuegos fatuos. En cambio, en su alma reinaba una certidumbre, una pasión de la que se daba perfecta cuenta. Oraba fervorosamente, lleno de gratitud y amor, pero pronto se desviaba su pensamiento, se entregaba a otras meditaciones, y al fin olvidaba las plegarias y las ideas que las habían interrumpido. Prestó atención a la lectura del padre Paisius, pero la fatiga acabó por rendirlo y empezó a...
6. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Segunda parte. Libro IV. Escenas. Capitulo II. Aliocha visita a su padre
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Часть текста: en la casa. Su padre, sentado ante la mesa, en zapatillas y con una chaqueta vieja, examinaba sus cuentas para distraerse y sin poner en ello gran interés. Su atención estaba en otra parte. Lo habían dejado solo en la casa, pues tampoco estaba Smerdiakov: se había ido a comprar lo que necesitaba para la cocina. Aunque se había levantado temprano y se hacia el valiente, era indudable que se sentía débil y fatigado. Su frente, en la que habían aparecido varios morados, estaba ceñida por un pañuelo rojo. La gran hinchazón de la nariz daba a su rostro una expresión agria y perversa, y Fiodor Pavlovitch se daba cuenta de ello. Al notar la presencia de su hijo le dirigió una mirada nada amistosa. -El café está frío -dijo secamente-; por eso no te ofrezco. Hoy, querido, sólo comeré una sopa de pescado, y no invito a nadie. A qué has venido? -Quería saber cómo estabas. -Claro. Además, yo te rogué ayer que vinieras. Fue una tontería. Te has molestado en balde... Estaba seguro de que vendrías. Sus palabras reflejaban los peores sentimientos. Se acercó al espejo y se miró la nariz, seguramente por cuadragésima vez desde que se había levantado. Luego se arregló con coquetería el pañuelo rojo que protegía su frente. -El rojo me sienta mejor que el blanco...

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