Поиск по заголовкам произведений
Cлово "LAS"


А Б В Г Д Е Ж З И Й К Л М Н О П Р С Т У Ф Х Ц Ч Ш Щ Э Ю Я
0-9 A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
Поиск  
1. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Tercera parte. Libro VIII. Mitia. Capitulo III. Las minas de oro
Сайт: http://dostoevskiy-lit.ru Размер: 28кб.
2. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Primera parte. Libro II. Una reunión fuera de lugar. Capitulo III. Las mujeres creyentes
Сайт: http://dostoevskiy-lit.ru Размер: 20кб.
3. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Tercera parte. Libro VII. Aliocha. Cantulo IV. Las bodas de Caná
Сайт: http://dostoevskiy-lit.ru Размер: 13кб.
4. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Tercera parte. Libro IX. La instrucción preparatoria. Capitulo III. Las tribulaciones de un alma. Primera tribulación
Сайт: http://dostoevskiy-lit.ru Размер: 20кб.
5. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Primera parte. Libro III. Los sensuales. Capitulo X. Las dos juntas
Сайт: http://dostoevskiy-lit.ru Размер: 28кб.

Примерный текст на первых найденных страницах

1. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Tercera parte. Libro VIII. Mitia. Capitulo III. Las minas de oro
Сайт: http://dostoevskiy-lit.ru Размер: 28кб.
Часть текста: confiando en que éste no regresaría antes de que ella hubiera partido. Y he aquí que de pronto apareció. Ya sabemos todo lo demás. A fin de desorientarlo había ido a casa de Samsonov acompañada por él, con el pretexto de que tenía que hacer unas cuentas al viejo. Y, al despedirse de Mitia, le había hecho prometer que volvería por ella a medianoche. Esto tranquilizó a Dmitri, que se dijo: "Si está en casa de Samsonov, no irá a reunirse con Fiodor Pavlovitch." Pero añadió en seguida: "A menos que me haya mentido. " Mitia la creía sincera, pero, cuando estaba lejos de ella, los celos le llevaban a imaginarse que le hacia toda clase de "traiciones". Cuando volvía a su lado estaba trastornado, convencido de su desgracia; pero apenas veía el bello rostro de su amada, se operaba en él un profundo cambio, olvidaba sus sospechas...
2. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Primera parte. Libro II. Una reunión fuera de lugar. Capitulo III. Las mujeres creyentes
Сайт: http://dostoevskiy-lit.ru Размер: 20кб.
Часть текста: Братья Карамазовы). Primera parte. Libro II. Una reunión fuera de lugar. Capitulo III. Las mujeres creyentes CAPITULO III LAS MUJERES CREYENTES Al pie de la galería de madera que se abría en la parte exterior del muro del recinto había unas veinte mujeres del pueblo. Se les había anunciado que el starets iba al fin a salir, y se habían agrupado para esperarle. Las Khokhlakov le esperaban también, pero en una habitación de la galería reservada para las visitantes de calidad. Eran dos: madre a hija. La primera, rica propietaria, vestía con gusto. Tenía un aspecto todavía sumamente agradable y unos ojos vivos y casi negros. Sólo contaba treinta y tres áños y era viuda desde hacía cinco. Su hija, una jovencita de catorce años, tenía las piernas paralizadas. La pobre criatura no andaba desde hacía seis meses y había que tránsportarla en un sillón de ruedas. Tenía una carita encantadora, un tanto enflaquecida por la enfermedad, pero alegre. Sus grandes y oscuros ojos sombreados por largas pestañas brillaban con destellos juguetones. Su madre estaba decidida desde la primavera a llevarla al extranjero, pero ciertos trabajos emprendidos en sus dominios...
3. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Tercera parte. Libro VII. Aliocha. Cantulo IV. Las bodas de Caná
Сайт: http://dostoevskiy-lit.ru Размер: 13кб.
Часть текста: cuando Aliocha llegó al recinto de la ermita. El hermano portero abrió una puertecilla lateral. Habían sonado las nueve: la hora del descanso tras un día tan agitado. Aliocha abrió timidamente la puerta y entró en la celda donde estaba el cuerpo del starets en su ataúd. Sólo había una persona en la celda: el padre Paisius, que leía los Evangelios junto al cadáver. Porfirio, el joven novicio, agotado por la conferencia de la noche anterior y las emociones de la jornada, dormía con el sueño profundo de la juventud echado en el suelo de la habitación vecina. El padre Paisius había oído entrar a Aliocha, pero ni siquiera volvió la cabeza. Aliocha se arrodilló en un rincón y empezó a rezar. Su alma estaba llena de sensaciones confusas que se perseguían unas a otras con una especie de movimiento giratorio uniforme. Experimentaba un extraño sentimiento de bienestar, que no le causaba ningún asombro. Contempló una vez más el cadáver de su querido starets , pero ya no sentía el pesar doloroso y sin consuelo que le había oprimido por la mañana. Al entrar, había caído de rodillas ante el féretro como se habría arrodillado ante un altar. Sin embargo, su alma estaba rebosante de alegría. Por la ventana abierta entraba un aire fresco. Aliocha pensó: "Han abierto la ventana porque el hedor ha aumentado." Pero la idea de la corrupción ya no lo inquietaba ni lo irritaba. Oraba dulcemente. Pronto advirtió que lo hacía de un modo maquinal. En su cerebro surgían fragmentos de ideas semejantes a fuegos fatuos. En cambio, en su alma reinaba una certidumbre, una pasión de la que se daba perfecta cuenta. Oraba...
4. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Tercera parte. Libro IX. La instrucción preparatoria. Capitulo III. Las tribulaciones de un alma. Primera tribulación
Сайт: http://dostoevskiy-lit.ru Размер: 20кб.
Часть текста: -Yo no soy culpable de ese crimen! Yo no he derramado la sangre de mi padre! Quería matarlo, pero soy inocente. No he sido yo! Apenas habla terminado de decir esto, Gruchegnka salió de detrás de la cortina y se arrojó a los pies del ispravnik . -Soy yo la culpable! -exclamó tendiendo hacia él los brazos y bañada en lágrimas-. Lo ha matado por culpa mía. He torturado a ese pobre viejo que ya no existe. Soy yo la principal culpable. -Sí, criminal: tuya es la culpa! -vociferó el ispravnik amenazándola con el puño- Eres una mala mujer, una libertina! Lo hicieron callar en seguida. El procurador incluso lo cogió por la cintura para contenerlo. -Su actitud está fuera de toda regla, Mikhail Makarovitch! Está usted dificultando la investigación! Lo echa todo a perder! La indignación lo ahogaba. -Hay que tomar medidas, hay que tomar medidas! -exclamó Nicolás Parthenovitch-. Esto no se puede tolerar! -Juzgadnos juntos! -continuó Gruchegnka, que seguía arrodillada-. Ejecutadnos juntos! Estoy dispuesta a morir con él! -Grucha! Mi vida, mi corazón, mi tesoro! -dijo Mitia arrodillándose junto a ella y rodeándola con sus brazos-. No la crean! Es inocente! Los separaron a viva fuerza y se llevaron a la joven. Mitia perdió el conocimiento y, cuando lo recobró, se vio sentado ante una mesa y rodeado de personas que ostentaban placas de metal. Frente a él, sentado en el diván, estaba Nicolás Parthenovitch, el juez de instrucción, que le invitaba con toda cortesía a beber un poco de agua. -El agua lo refrescará y lo calmará. No se inquiete. No tiene nada que temer. A Mîtia...
5. Dostoevsky. Los hermanos Karamazov (Spanish. Братья Карамазовы). Primera parte. Libro III. Los sensuales. Capitulo X. Las dos juntas
Сайт: http://dostoevskiy-lit.ru Размер: 28кб.
Часть текста: se imponía a todas las demás: qué sería de su padre y de su hermano Dmitri frente a aquella temible mujer? Estaban enamorados. El único desgraciado era su hermano Dmitri: la fatalidad le acechaba. Otras personas estaban mezcladas en todo esto y tal vez más de lo que él había creído antes. Había en ello algo enigmático. Iván le había anticipado algunas cosas, sospechadas desde hacía mucho tiempo, y ahora se sentía como atado por ellas. Otra cosa extraña: hacía un momento iba en busca de Catalina Ivanovna presa de extraordinaria turbación, y ahora la turbación había desaparecido por completo. Incluso aceleraba el paso como si esperase recibir de ella alguna revelación. Sin embargo, su misión era ahora más penosa que cuando se la había confiado Dmitri. La posibilidad de devolver los tres mil rublos se había desvanecido, y Dmitri, al ver perdido su honor definitivamente, se hundiría cada vez más en el lodo. Además, Aliocha tenía que explicar a Catalina Ivanovna la escena que se acababa de desarrollar en casa de su padre. Eran las siete y anochecía cuando Aliocha llegó a casa de Catalina Ivanovna, que habitaba en un magnífico piso de la Gran Vía. Aliocha estaba enterado de que vivía con dos tías. Una era la tía de Ágata„ aquella mujer silenciosa que cuidaba de ella desde que había salido del pensionado. La otra era una señora de Moscú, distinguida pero sin fortuna. Las dos se sometían enteramente a la voluntad de Catalina Ivanovna y si permanecían a su lado era sólo para guardar las formas. Catalina Ivanovna dependía por entero de su ...

Главная